- Todo a su tiempo -contestó señalándome el paso a un saloncito en el que estaba ya dispuesta la mesa.
Me senté y fue a cambiarse a su dormitorio. Apareció con un vestido largo azul muy escotado que le dejaba una pierna al aire y el pelo recogido. Iba calzada sobre unos stiletto preciosos y muy altos. Traía una lasagna vegetal, receta de su madre, me dijo, que estaba buenísima. A continuación me trajo un tiramisú, también receta de su familia. La verdad es que la chica era una buena cocinera.
Puso en un equipo una música suave y me ofreció la mano para que bailara con ella. Me levanté, la cogí de la cintura y estuvimos un rato bailando muy abrazados y besándonos hasta que la temperatura comenzó a subir y ya mis manos se pasaban por todo su cuerpo. Ella hacía lo mismo pero se detenía sobre todo en mi culo, el cual manoseaba a placer.
Con las manos bajé los tirantes de su vestido el cual cayó al suelo dejando su pecho a mi vista. Me incliné y comencé a besarle el cuello y fui bajando a sus tetas, las cuales saboreé durante un buen rato. Su aroma era embriagador e invitaba a besarla por todo el cuerpo, así que bajé hasta llegar a su vientre. La aparté el tanga y saltó su polla que estaba ya despierta. Sin esperar más me la metí en la boca saboreándola. Su sabor era muy adictivo, os lo puedo asegurar, ya que me deleitaba recorriendo con mi lengua arriba y abajo toda su longitud. Llegó el momento de comérsela de verdad y tratando de hacerlo como el día anterior intenté métemela entera en la boca. Me costó unas cuantas arcadas pero al final entró. Llevé mis manos a la espalda y con movimientos de cuello comencé a mamársela notando como su polla crecía aún más en mi boca. Los gemidos de Fioretta se incrementaban y ella se movía follándome en la boca hasta que estalló en mi garganta. Apenas pude saborear su semen ya que casi todo lo tragué, pero lo poco que probé era delicioso. Eché los ojos arriba y la pude ver completamente excitada, con los ojos cerrados y gimiendo.
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